La Europrueba fue un ejercicio de resistencia que me tomé el reto de cumplir, con un afán de crecimiento profesional y personal, consistente en trabajar en la investigación periodística mientras intentaba subsistir con muy poco dinero, sola y sin conocer el país a donde fui.
La misión terminó exitosamente, pero me quedaron muchas historias en el tintero. Ahora, este blog mostrará poco a poco algunas de ellas y ampliará los detalles de las ya publicadas.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Ya saqué boleto.

09.11.07 11:56P.M.

Qué ironía pensar que cada vez estoy más cerca de estar muy lejos.

Es que hoy, por fin después de tanta incertidumbre vi algo tangible (lo primero y hasta el momento lo único) de todo lo que necesito para irme. Sí, el boleto de avión.

Supuse que iba a estarme topando con detalles que me complicaran un poco la existencia, como el hecho de que en España no hay corriente de 110 voltios, solo de 220 y además las puntas de los enchufes debe ser redondas para que entren en los contactos de luz. Para poder usar mi computadora, el cargador de baterías y otros aparatos que deba llevar conmigo ocuparé un convertidor de voltaje que aún no tengo. También me faltan unas pilas que usa mi cámara, que no son recargables pero duran semanas (aunque considerando el uso que pienso darle allá, me aguantarán unos días, a diferencia de las recargables que apenas me aguantarían unas horas…) y me ahorrarían mucho la lata de estar interrumpiendo mi trabajo.

Estoy segura de que eso se resolverá de algún modo.

El pasaje fue más caro de lo que yo tenía contemplado porque lo compré con muy poca anticipación, entonces iré muy limitada para gastos y no está mal, eso activará mi instinto de supervivencia. ¿De qué otro modo se puede conocer mejor un país nuevo si no es con los cinco sentidos abiertos al máximo?

Ahora lo que me sorprende es mi óptica de Matamoros, a solo unas horas de dejarlo. Es como si me hubieran puesto un filtro en los ojos, como los que se usan en las cámaras de cine para que todo se vea más bonito. Me siento como turista en mi cuidad (eso es lo que causa no viajar con frecuencia, pero no lo lamento porque me recuerda tener capacidad de asombro).

Estuve leyendo el blog y me di cuenta que se hicieron evidentes los estragos de las desveladas y el exceso de cansancio, que me faltaban letras y tenía errores de dedo en algunos textos, los de ortografía pues, que no les asusten, ni siquiera soy tan buena para las letras como muchos amigos que me estiman me honran en de decir (y digo que me estiman, porque los que me quieren sí me dicen la verdad, señalan mis erratas y se los agradezco porque así puedo salir de ellas), a menos que sea porque saben menos que yo, lo que no creo porque eso sí, yo me junto con gente bien ilustrada, como el pequeño Larousse.

Por otro lado, mañana me espera la coronación de esta serie de días intensos, en los que sigo sin tener tiempo a veces ni para un café. Hablo del proceso electoral. Me tocará entrar desde las seis y media de la mañana, así que ni moño, Toño… no será nada de lo que no pueda salir triunfante.

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