La Europrueba fue un ejercicio de resistencia que me tomé el reto de cumplir, con un afán de crecimiento profesional y personal, consistente en trabajar en la investigación periodística mientras intentaba subsistir con muy poco dinero, sola y sin conocer el país a donde fui.
La misión terminó exitosamente, pero me quedaron muchas historias en el tintero. Ahora, este blog mostrará poco a poco algunas de ellas y ampliará los detalles de las ya publicadas.

viernes, 30 de noviembre de 2007

La realidad de la realeza

Excepto lavar mi ropa, conocer a un paisano de México en la lavandería y a la perra del dueño de ese establecimiento, Gima, este día no sucedió nada importante aquí en Madrid. El clima siguió muy mal pero eso me dio la oportunidad de hacer tres cosas: la primera fue, como ya dije, por fin lavar ropa (que buena falta me hacía). La segunda, repasar y digerir algunas de las cosas que sucedieron durante el encuentro en Oviedo y la tercera, leer la prensa española, ver las noticias en la televisión y entender algunos de los enigmas que tiene este país, a través de sus medios informativos. La cultura de acá es muy distinta a la que hay allá donde yo vivo, pero también la actitud de la gente. Como conté hace varias entregas, noto que los madrileños están muy a la defensiva por el auge que tiene la inmigración y esto se refleja en una actitud un poco hostil, en especial a quienes tenemos acento extranjero. El seseo, que es el acto de pronunciar con la “z”, que yo ya tenía bien estudiado por las películas de Pedro Almodóvar y otras que casualmente son de directores de España, parece obligatorio. El acento (o el síndrome de Paulina Rubio) bueno, se pega en tres días. El tema es: al lugar que fuereis, haz lo que viereis. A mi no me gusta sesear porque tengo orgullo de ser del norte, de la costa y de la frontera de Tamaulipas, pero sí me he dado cuenta de que las personas responden mejor cuando uno habla igual que ellos. Quizá yo haya desarrollado ya una cierta animadversión hacia la gente de aquí porque el ritmo de vida de gran metrópoli en el que está inmersa, le hace olvidar las buenas maneras, por ejemplo, si alguien te empuja por accidente en la calle no se disculpa y cuando yo he empujado sin querer a alguien, me disculpo pero no me contestan, es más, no me pelan, ni me voltean a ver. Creo que tristemente ya entré también en esa dinámica y me está dejando de importar.

De la observación que hacía en la prensa me quedé con el tema que aún después de varios días sigue acaparando espacios en los medios de información, el escándalo porque el Rey Juan Carlo le dijo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez ¿por qué no te callas? Bueno,

Rossy Rodríguez y las otras personas que venían con ella de Tamaulipas regresaron esta madrugada de Barcelona, pero tomaron el avión por la mañana de regreso a México. Me la pintaron preciosa y me dejaron casi la orden de ir a visitar los lugares más representativos de la capital catalana, aunque también tuve que aclararles que no vine aquí para hacer el turismo tradicional ni a tomarme fotos en el Madroño, sino a vivir. Bueno, vivir en Madrid no significa quedarme por tiempo indefinido, más bien es impedir que todo transcurra mientras me la pase haciendo planes.

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