La Europrueba fue un ejercicio de resistencia que me tomé el reto de cumplir, con un afán de crecimiento profesional y personal, consistente en trabajar en la investigación periodística mientras intentaba subsistir con muy poco dinero, sola y sin conocer el país a donde fui.
La misión terminó exitosamente, pero me quedaron muchas historias en el tintero. Ahora, este blog mostrará poco a poco algunas de ellas y ampliará los detalles de las ya publicadas.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Toqué fondo en Madrid: dormí en la calle y me dio urticaria

Ya estoy en Barcelona y esto de verdad es otro mundo. Aquí estoy muy bien. Qué gusto decirlo después de las incontables quejas que estuve enviando desde Madrid, porque estaba inconforme e insatisfecha de estar ahí.

En mi anterior entrega anuncié que debía desalojar la pensión donde dormía y así lo hice, con la intención de tomar un autobús a Barcelona pero antes quise asegurarme de dejar hecho mi trabajo, es decir, escribir la nota del día y la crónica de viaje para que se publicaran en El Mañana, el diario en el que laboro (según creo, si no es que ya me han remplazado). Entonces, pensé en ir a cualquier lugar donde pudiera sentarme a redactar como un restaurante o cafetería, solo que había un problema: ya no traía euros. Recuerdo que unas horas antes de marcharme de Matamoros, Delia Arellano me llamó para entregarme 200 dólares que ella reunió con la cooperación de mis colegas Jesús Cruz Medrano y de Joaquín Peña, a quienes les va todo mi agradecimiento desde aquí, para que yo contara con algo de dinero extra si lo necesitaba. Y bueno, he de confesar que esa era la misma cantidad que me advirtieron en la agencia de viajes que debía pagar si pretendía adelantar o demorar la fecha de mi vuelo de regreso. En un momento estuve dispuesta a pagarlos y evitarme seguir peregrinando por España, mandar todo al diablo y no tener necesidad de seguir gastando hasta cumplir el tiempo que me autoimpuse a resistir, que era de dos semanas como mínimo, porque de verdad, no sabía que me esperaba. Ahora sé que Madrid no me gustó, es muy hermosa la ciudad pero no su gente ni su ritmo de vida y ya desesperada quise abortar este proyecto llamado “Europrueba”, pero… debo retomar el tema de los euros para explicar lo siguiente. Mi penúltima alternativa de subsistencia era cambiar la moneda americana por la europea, pero no quise hacerlo en bancos porque cobran muy altas comisiones, así que pensé ir hasta el aeropuerto, donde no se aplica ese cargo. Ya rumbo a la terminal aérea me entró la tentación de mejor adelantar mi retorno a México, lo cual no puede hacer, ya que mi aerolínea no tenía operaciones a esa hora, sino hasta el día siguiente. Es pertinente aclarar que para esto, yo había andado ya todo el día con la maleta en rastra y hasta me di el lujo de ir al museo Del Prado a ver una exposición de Goya.

No tuve más opción que aferrarme a mi última posibilidad de subsistencia, la de resignarme a quedarme aquí con muy poco dinero para los siguientes días. Ya se había hecho bastante tarde. Me senté a escribir en mi computadora portátil dentro del aeropuerto, pero ahí no había señales de internet disponibles, así que luego regresé al centro de la ciudad y se presentaron otras dificultades que alargarían demasiado este relato si las detallara. Finalmente pude enviar mi información cerca de la media noche, hasta ese momento creí conveniente renunciar a Barcelona, pues el último camión salía a las 12 de la media noche. Me puse a buscar un sitio para dormir, sin éxito, todas las habitaciones individuales en hostales ocupadas, las dobles muy caras y los hoteles aún más caros. De súbito decidí hacer el último intento por salir de esa enorme ciudad, en los 15 minutos que quedaban de servicio del Metro antes de que cerrara. Conseguí llegar hasta dos estaciones antes de la terminal América, después caminé sobre 40 minutos a dos grados centígrados de temperatura. Entré justo cuando empezaron a cerrar, sacaron a todos los que estaban dentro, ahí no se puede dormir como en las centrales camioneras de México, me quedé en la banqueta a esperar hasta que abrieran porque no tenía a dónde ir. Por si fuera poco, ahí mismo me empezaron a salir muchas ronchas, que más tarde identifiqué como una alergia de inexplicable origen. Lo bueno fue que con todo y la comezón, me subí al autocar, abandoné Madrid a las seis de la mañana y llegué a Barcelona al medio día, y ya estando aquí todo cambió de color.

¿Le muevo la panza por un euro?

Estoy perdida y no sé que camino me trajo hasta aquí…

Esa una verdad que a últimas fechas me estuve negando. Yo dije que no estaba perdida porque sí estaba bien ubicada, pero la realidad es que he cometido desatinos, decisiones erradas, he dejado de hacer cosas importantes por atender las urgentes, he desaprovechado mi tiempo y eso no es más que estar completamente perdida.

Como dice la canción “Paloma negra”: hay momentos en que quisiera mejor rajarme. La desesperación me alcanza a medida que me queda menos dinero. Aquí todo es muy caro y yo creo que no voy a aguantar. Ya quiero estar en mi casa, abrazar a mis hijos, llevarlos a la escuela todos los días y salir a reportear a mis fuentes. Ir al café con mis compañeros, manejar mi auto, dormir en mi cama, ¡comer picante, por el amor del cielo! Qué ganas de unos buenos chilaquiles, de una fajita con guacamole, unos huevos rancheros y tortillas de harina...

Creo que perdí mi objetivo en este país, como dice mi paisano Jaime López, “como quien perdió el beliz”.

Caí tan bajo que hasta me estuve haciendo fotos en la Puerta de Alcalá, lo mismo que hace toda la gente cuando viene aquí. Después un recorrido por el centro de Madrid, que hasta eso, me distrajo y me sirvió para ver un cuarteto de cuerdas tocando Las Bodas de Fígaro en la calle, algo muy bonito.

Mañana deberé desalojar la pensión donde me he quedado los últimos días porque los dueños dicen que y estaba reservada desde hace tiempo, así que me voy a levantar temprano para hacer mi trabajo, que es escribir la nota del día y la entrega de las crónicas de viaje, pero además tendré que buscar otro lugar donde quedarme, o mejor un billete de autobús a Barcelona, pues para mi Madrid está agotado.

La realidad de la realeza

Excepto lavar mi ropa, conocer a un paisano de México en la lavandería y a la perra del dueño de ese establecimiento, Gima, este día no sucedió nada importante aquí en Madrid. El clima siguió muy mal pero eso me dio la oportunidad de hacer tres cosas: la primera fue, como ya dije, por fin lavar ropa (que buena falta me hacía). La segunda, repasar y digerir algunas de las cosas que sucedieron durante el encuentro en Oviedo y la tercera, leer la prensa española, ver las noticias en la televisión y entender algunos de los enigmas que tiene este país, a través de sus medios informativos. La cultura de acá es muy distinta a la que hay allá donde yo vivo, pero también la actitud de la gente. Como conté hace varias entregas, noto que los madrileños están muy a la defensiva por el auge que tiene la inmigración y esto se refleja en una actitud un poco hostil, en especial a quienes tenemos acento extranjero. El seseo, que es el acto de pronunciar con la “z”, que yo ya tenía bien estudiado por las películas de Pedro Almodóvar y otras que casualmente son de directores de España, parece obligatorio. El acento (o el síndrome de Paulina Rubio) bueno, se pega en tres días. El tema es: al lugar que fuereis, haz lo que viereis. A mi no me gusta sesear porque tengo orgullo de ser del norte, de la costa y de la frontera de Tamaulipas, pero sí me he dado cuenta de que las personas responden mejor cuando uno habla igual que ellos. Quizá yo haya desarrollado ya una cierta animadversión hacia la gente de aquí porque el ritmo de vida de gran metrópoli en el que está inmersa, le hace olvidar las buenas maneras, por ejemplo, si alguien te empuja por accidente en la calle no se disculpa y cuando yo he empujado sin querer a alguien, me disculpo pero no me contestan, es más, no me pelan, ni me voltean a ver. Creo que tristemente ya entré también en esa dinámica y me está dejando de importar.

De la observación que hacía en la prensa me quedé con el tema que aún después de varios días sigue acaparando espacios en los medios de información, el escándalo porque el Rey Juan Carlo le dijo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez ¿por qué no te callas? Bueno,

Rossy Rodríguez y las otras personas que venían con ella de Tamaulipas regresaron esta madrugada de Barcelona, pero tomaron el avión por la mañana de regreso a México. Me la pintaron preciosa y me dejaron casi la orden de ir a visitar los lugares más representativos de la capital catalana, aunque también tuve que aclararles que no vine aquí para hacer el turismo tradicional ni a tomarme fotos en el Madroño, sino a vivir. Bueno, vivir en Madrid no significa quedarme por tiempo indefinido, más bien es impedir que todo transcurra mientras me la pase haciendo planes.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Quédate en Madrid (inconforme).

Al terminar el Encuentro de la Red Internacional en Asturias hubo una divergencia en el programa de actividades que yo tenía organizado (no planeado y de antemano sujeto a cambios). Compañeras de la Red de Cataluña ofrecieron muy amablemente hospedaje a quienes quisiéramos visitar Barcelona para aprovechar que ya habíamos dado el salto del Océano. El problema fue que, después de pasar la jornada de arduo trabajo en el Encuentro, lo que más deseábamos, por lo menos las integrantes de la delegación Tamaulipas, era pasar unos días con más comodidades, así que a alguien se le ocurrió decir que el alojo que nos ofrecían era en casa de las chicas catalanas y que, bueno eso no es igual que estar en un hotel. Mis paisanas determinaron que sí se irían de Oviedo a Barcelona, pero no había salidas en autobús la última noche de nuestra estancia en el Orfanato Minero. Me di cuenta que ellas andaban un tanto presionadas porque tenían muy poco tiempo para su recorrido (no era mi caso) y por eso tuvieron el arranque compraron boletos a Madrid, con la intención de hallar ahí más salidas. Yo no estaba obligada a ir con ellas, pero sí confundida porque sabía que el traslado por avión iba a ser caro y que en camión o en tren sería muy largo. Pensando también en todo lo que batallé cuando estuve sola en Madrid, recién llegada a España (antes de que empezara el Encuentro) y que andar en grupo me sería más barato si alquilábamos habitaciones entre varios, me agregué. No estaba muy satisfecha de hacerlo, porque mi intención era volver a Madrid solo hasta el día que fuera a tomar el avión para volver a México y no tenía sentido venir esta vez para desplazarme hasta el Mediterráneo y regresar por tercera ocasión hasta acá. Al final tuvimos que levantarnos desde las seis de la mañana y salir corriendo cuesta arriba a dos grados centígrados y con lluvia, para tomar el “autocar”, como le llaman aquí, y arribar a la capital española al mediodía, sin desayunar y yo con un mareo que casi me hace cantar Oaxaca durante el camino. El clima aparte estaba de lo peor, lloviendo y muy frío. Andábamos con nuestro equipaje en rastra, subiendo y bajando escaleras de una estación del Metro a otra en busca de alguna de las terminales de autobuses. Ya estábamos cansadas, Rossy Rodríguez ya con las manos ampolladas de tanto halar su maleta y yo del plano sí me “agüité” o me amargué, como se usa decir en mi Matamoros que tanto extraño. Preferí pernoctar esa noche en Madrid e irme a Barcelona cuando el tiempo fuera más propicio, además era tarde y yo aún no mandaba mi entrega de notas al periódico, como debo hacer todos los días, pero más que nada estaba enojada conmigo misma por haber tomado la mejor decisión que era quedarme en Oviedo hasta que hubiera autobús a Barcelona sin importar cuanto costara, ya que al final acabaría gastando en el traslado a Madrid y aparte el hospedaje. Finalmente le propuse a las otras chicas quedarme y cuidar sus maletas mientras seguían solucionando lo de sus pasajes (porque aparte traían otra historia respecto a su retorno a México, que yo no estoy para contar) y bueno, ellas se fueron hoy a Barcelona, yo me quedé aquí afortunadamente porque a ya no tenía ropa limpia y a estas alturas ya le había dado dos vueltas a todo excepto mis bragas, que de esas sí traje suficientes, al fin que son muy pequeñitas y me garantizaban limpieza y frescura todos los días, en lo que todos sabemos que es más necesario tener limpio y fresco todos los días.

sábado, 24 de noviembre de 2007

El Encuentro, el debate del debate y el propio debate, intensos.

Terminó el Encuentro. Finalmente llegó el momento de la despedida y, los compañeros que compartieron algo de cercanía conmigo, por hospedarse en el Orfanato Minero, acordamos tener una “combebencia” en el salón de entretenimiento que hay en esa sede. Eso es algo que no había tenido oportunidad de comentar antes, pero fui muy afortunada con quedarme ahí, porque la asignación de plazas se hizo por las organizadora, las y los participantes no tuvimos opción de elegir, pero de eso se encargó la fortuna, pues creo que los compañeros con quienes me lo pasé mejor fueron justamente mis vecinos de pensión. Para empezar Rosa Pelayo Izquierdo, de Barcelona fue la mejor compañera que pude tener para compartir habitación, le reconozco la paciencia porque aguantó mis desveladas y el tecleo en la computadora de madrugada para que yo pudiera enviar mis “euro entregas” a Matamoros. Luis María Otero, de Argentina y su esposa Silvina, dos personas que parecen una sola, mi admiración para ellos porque comparten desde la profesión periodística, hasta intereses como defensa de los derechos humanos, trabajan por ellos y ¡hasta se llevan bien, se les nota que se aman! Fue idea precisamente de Luis comprar un jamón, unos quesos y compartir el ron que trajo Sara (qué pena, no recuerdo su apellido) de su país, Cuba y que nos reuniéramos en el salón de entretenimiento que hay en el Orfanato. Debo hacer un paréntesis para expresar que me sentí muy agraciada con mi ubicación ahí, ya que a las compañeras que se quedaron en el Seminario de Oviedo no gozaron tantos beneficios como quienes estábamos en esta otra estancia. Por ejemplo, allá solo había agua caliente un par de horas por la mañana, en cambio yo podía bañarme cuando fuera, sin ese problema. Nuestros dormitorios sí tenían calefacción y hasta teníamos llave de la puerta principal, podíamos entrar o salir a cualquier hora. En el Seminario a las nueve de la noche cerraban la puerta y ya nadie entraba ni salía. Allá, cómo hay secciones donde se imparten clases de universidades e institutos de idiomas, además de las obvias de teología para los sacerdotes que ahí se forman, como que el ambiente era más solemne, de hecho no había televisión, nosotros teníamos esa comodidad en una sala donde también se podía fumar y por si fuera poco, una mesa de ping pong. Y bueno, volviendo con el brindis del adiós, solo puedo decir que fue muy emotivo por la hermandad que se dio entre todos, a pesar de la diversidad de nacionalidades. Muy merecida la celebración porque concluimos los objetivos de trabajo (con todo y mi escapada, me reincorporé y me puse al corriente de volada), después de arduas horas de discusión que ya se podrán estar viendo en unos videos que se publicarán más adelante. Es que se integraron mesas de trabajo, pero antes de sesionar hubo una reunión para coordinar la dinámica y se empezó a proponer que se vieran objetivos primero en lo general y después en lo particular, después alguien pidió que el esquema fuera distinto porque opinaba que el otro era más tardado, se manifestaron algunas a favor, otras en contra y aquello acabó convertido en un debate, para definir cuál sería la mejor dinámica para el sometimiento a votación de las propuestas planteadas por cada equipo, lo que nos serviría para estructurar un programa de metas de trabajo, la creación de la coordinación general de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género y la coordinación de un listado de distribución de información a través de correos electrónicos, entre otros temas igual de divertidos…

viernes, 23 de noviembre de 2007

Plan fuga a Gijón ¡qué gran aventura!

Me escapé del Congreso y no me avergüenzo ni me arrepiento porque fue una de las emociones más intensas que he vivido. Es que no tenía plan, más que el de distraerme un poco luego de la intensiva jornada de discusiones que hubo durante la mañana (ah, es que en el programa las actividades son de nueve de la mañana a nueve de la noche), así que, aproveché para llamar a un paisano de ciudad Victoria, Tamaulipas, que está haciendo un doctorado en la Universidad de Oviedo, se llama José Ignacio Azuela. En realidad lo conocí por un amigo que tenemos en común, Toño Rotuno, también oriundo de la capital de mi Estado. Yo sólo quería saludarlo pues ya habíamos hecho contacto por correo electrónico y muy amablemente me ofreció ayuda si algo se me ofrecía cuando yo viniera por acá. El quiso que nos viéramos un momento antes de tener que irse a un compromiso, entonces quedamos ahí frente al parque de San Francisco, en una “gorda” de Botero muy referencial para los ovetenses (ese es el gentilicio de la capital del Principado de Asturias). Vale decir que la Escultura se llama “La Maternidad”. Pues nos encontramos y con premura tomamos un refresquito de naranja mientras platicábamos sobre nuestra añorada Tamaulipas, de la que me fui pocas horas después de un proceso de elecciones, del inevitable tema del narcotráfico y ya, no hubo tiempo para más charla… tristemente. José Nacho se apenó mucho por tener que marcharse pero iba a una cena con allegados, gente muy importante para él porque se ha convertido en su familia los casi cuatro años que lleva radicando aquí. Dijo que iba a Gijón y que el tren salía en 10 minutos. Por cierto yo ya tenía otro amigo cibernético en ese puerto, que está como a 20 minutos de Oviedo por carretera y a 40 en ferrocarril. Le comenté que también había pensado en darme el salto para allá a buscar a ese chico y como en un relámpago de luz me dijo “pues vámonos” y tampoco titubeé en aceptar. Salimos literalmente corriendo por toda Uria, la calle principal que topa en la estación de trenes y apenas llegamos a tiempo para salir junto con su amiga Camino, así se llama, una joven muy guapa, simpática e inteligente. Al llegar a Gijón pasamos por el novio de ella y después fuimos juntos a casa de los anfitriones, un matrimonio que tiene una hermosa bebé llamada Ana, todos ellos muy cálidos, que me hicieron sentir muy bien recibida, aún cuando acababa de conocerlos. Yo no quería dejar pasar la oportunidad de entrevistar a mi coterráneo, por eso me agregué, solo con el fin de hacerlo durante el trayecto, pero yo tenía que regresar antes que mis compañeras periodistas se dieran color de mi ausencia, que como no avisé mi escape, podían preocuparse. Así que nada más dimos un breve paseo por la orilla de la bella playa de Gijón ya anochecido y con mucho frío, pero cada segundo valió suficiente para volver agradecida por esa fotografía que se quedó en mi memoria, en especial por una parábola que José Nacho dijo de la montaña: que a él le gusta porque enseña a subir, pero también a bajar.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Fuimos víctimas del racismo y ¡nevó en Oviedo!

Ayer decía que hacía frío y hoy, amaneció ligeramente nevado. Me sentí bendecida porque la verdad sí esperaba la nieve, como me había advertido mi amigo Borja, que vive aquí en Asturias y a quien conocí por un club de internet que se llama Hi5. Anoche incluso, cuando veníamos en un taxi hacia el Orfanato Minero, la casa de asistencia donde se nos dio alojo a casi la mitad de las asistentes al Encuentro de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, platicábamos con el chofer la coordinadora de Red Tamaulipas, Rossy Rodríguez Quintanilla, y yo, sobre el clima pues amenazaba lluvia y él dijo que de caer, habría menos frío ya que se convertiría en nieve. En ese momento invoqué con mucha fe a que así fuera. Y así fue. Poco y ligero, pero nevó y yo me di el gusto de convencerme otra vez de que uno es el dueño de su universo y lo que desea con total convicción, siempre sucede. Lastimosamente (así dicen los colombianos), la charla sobre las condiciones del tiempo con el taxista llevó a que él se doliera de que aquí cada año nieva menos por el sobrecalentamiento global y a que Rossy comentara nosotros en México tenemos en algunas regiones calor extremo aún en invierno. El muchacho, cual joven e inmaduro es evidentemente, reaccionó montando en cólera al saber que veníamos de aquella preciosa tierra y empezó a preguntar a gritos cómo podíamos llegar hasta acá y por qué todo el mundo quería venir a este país. Se siguió quejando de la inmigración que honestamente sí es bastante, de que los extranjeros se emplean ilegalmente por sueldos más bajos y arrebatan oportunidades a los ciudadanos nacidos en España. Concediéndole comprensión, porque en la frontera donde yo vivo en Tamaulipas pasa algo muy semejante (con la diferencia de que los matamorenses no nos ponemos como energúmenos por eso), hasta ahí estuve de acuerdo, pero luego empezó a despotricar de que los latinoamericanos son ruidosos, y digo son, porque no me di por aludida, pues siguió acusándolos de delincuentes y hasta asesinos. “Aquí puede llegar un chileno que en su país mató a 50 y no hay un filtro que le impida la entrada”, dijo. Insisto, lo toleré porque es verdad que las noticias dan cuenta de crímenes abominables en los días que yo he estado aquí, perpetrados por gente que viene de Centro y Sudamérica, como el de un tipo que mató a su esposa, la descuartizó, puso la mitad del cuerpo en una valija y el resto en otra. Ah, para esto antes de subirnos a su carro, él bromeó conmigo al subir mi equipaje a la cajuela (yo ya había mencionado hace unos días que compré una señora maleta), me preguntó si ahí había guardado a mi marido… le respondí que sí “y ya podíamos irnos a donde tu quieras”, ante la mirada inquisitiva de mi coordinadora (hombre, él se llevó y yo correspondí). Hasta después del incidente entendí que quizá el chiste también aludía a aquel caso. Pero aún hay más. Ahí ya me dio pena el chamaco porque su interrogación fue por qué nosotras veníamos a España teniendo tan cerca a los “yankees”(es decir, los estadounidenses) y sus dólares, lo que me dejó muy clara su completa ignorancia sobre la decadencia de esa moneda y en general, sobre todo en el universo. Total, le dije que nosotros vinimos como turistas solo unos días, a gastar dinero en su nación y que además para no importunarlo no volveríamos a subir a su taxi. Notamos que en algún momento el pelado (expresión genuina e inherente a mi naturaleza norteña que no me puedo censurar para definirlo) se salió de control pues iba manejando tan rápido que hasta se pasó más del Orfanato y tuvo que retornar para dejarnos en la entrada, que estaba a casi 100 metros de la puerta del pabellón de dormitorios, camino cuesta arriba que tuvimos que andar con todo y belices, por tal de no pedirle que subiera y tenerlo un rato más, cerca. Rossy sí se puso algo “freakeada”, ya sé que esa no es una palabra castellana pero es lo que más se aproxima a una reacción como alucinada, los españoles le llaman “flipar” (lo que según la Real Academia Española es estar bajo los efectos de una droga, eufórico, excitado o muy gustoso) y temió que pudiera agredirnos. Bueno, ella es muy mesurada, aunque reconozco que tuvo algo de razón. Las noticias que he visto y leído también hablan de que la violencia se ha agudizado por el racismo y estos europeos han atacado a inmigrantes con recurrencia. Yo lo vi como un suceso irrelevante, pues ha sido solo uno que no me quita la buena impresión que tengo de grandes compañeras anfitrionas que se han desvivido en atendernos y porque este país es bello, a pesar de todo.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Papá, mamá: estoy en Asturias.

Hace frío en Oviedo. Sí que hace frío.

Llegué a las siete de la mañana a la región norte de España, que se caracteriza por ser tener muy bajas temperaturas en esta época. Alguien me dijo que tal vez hubiera nieve. En Madrid también estaba frío, cuando llegué al aeropuerto en cinco grados Celsios, al medio día subía hasta los 15 y por la noche llegué a andar hasta a tres en la calle, pero aún así no calaba tan fuerte como acá, es que está muy cerca la costa y hay mucha humedad.

De cierto modo el clima me convirtió en una especie de “líder” inmediatamente al llegar al Encuentro de Periodistas para el que viajé hasta este punto de planeta, pues fui la única en traer medicamentos para la sinusitis y las alergias (dos cajas), entonces cuando alguien necesitaba ya sabía que podía pedírselo a Blanca de México. Otra de las soluciones que traje fue el adaptador eléctrico de puntas redondas, pues varias compañeras latinoamericanas traen sus computadoras portátiles y no las podían cargar, así que yo lo he estado compartiendo con ellas a ratos. Igual ha pasado con el internet, la señal es muy débil y está solo en un aula del Seminario de Oviedo, lugar sede del congreso, pero he sido la que más tiempo ha podido sostener la conexión y hasta eso, a cada rato se me cae, pero ha servido para que muchas de ellas puedan comunicarse por correo electrónico con su familia o trabajo.

Aquí están comunicadoras de toda América Latina, el Caribe y Europa. También hay hombres que pertenecen a las redes ya que ejercen el periodismo con visión de género. Es importante precisar en este renglón que la visión de género es algo distinto al feminismo y que, sí es cierto que “género” no es sinónimo de “sexo”, pues corresponde a la clasificación de los sustantivos en masculinos o femeninos (por lo que aplica solo en objetos y animales, no en personas), consiste en visibilizar al sector femenino en los medios de información, al tomarlo en cuenta cuando se escribe una nota en prensa escrita o se transmite vía electrónica. Esto significa que quien ejerce el periodismo de género utiliza un lenguaje que reconoce la presencia de la mujer en todos los ámbitos, por ejemplo, en lugar de hacer alusión solo a “los ciudadanos”, se debe decir “las y los ciudadanos”. La discusión respecto a la semántica, la sintaxis y la gramática en ese contexto es una de las diferencias que tengo con las líneas de la Red, sobre las que hablaba en las primeras entregas que he enviado desde España, para ser precisa en la Autopresentación. Creo que no es mucho lo que sirve extender la frase de “el perro es el mejor amigo del hombre” a “el perro y la perra son el mejor y la mejor amigo y amiga del hombre y de la mujer”, cuando hay aspectos más de fondo qué resolver para el reconocimiento del sexo débil que todavía en muchos sitios del mundo adolece de derechos. Sin embargo, como periodistas somos responsables de la historia, y con el ejercicio de género podemos aportar a la transformación de esa realidad y por eso estoy aquí.

Bueno, por otro lado debo decir que Oviedo, con todo lo frío que está es un paraíso. Es bello, muy pequeño, se puede ir a pie de la estación de trenes hasta el Seminario, lo único incómodo es que todo está en lomas y que a veces son tan empinadas que se debe hacer mucho esfuerzo para subirlas. Yo me sentí triunfadora cuando llegué, muy cansada pero muy satisfecha de haber cruzado el Océano Atlántico y desde Madrid haberme abierto paso totalmente sola hasta acá. He tenido momentos de debilidad, pero creo que esto sí me demuestra que ¡soy bien Chucha Cuerera!

Correos: luz.blanka@hotmail.com

martes, 20 de noviembre de 2007

Dificultades técnicas

En Europa las instalaciones eléctricas son invariablemente de 220 voltios, no es como en México donde ese nivel de energía es para uso industrial o comercial y el doméstico es de 110. Para poder utilizar aparatos electrónicos que funcionen con menor voltaje se requiere un convertidor, porque de no utilizarlo se corre el riesgo de causar un corto circuito.

Yo precavidamente me obligué a conseguir ese convertidor a como diera lugar antes de salir de mi país. Una noche antes de partir, que dicho sea de paso fue muy intensa (después de cubrir elecciones, dejar hechos los pagos de mis servicios, organizar otros pendientes...) fui a buscarlo y a comprarlo. No sabía qué ni cómo era el artefacto, pero sabía que también iba a ocupar un adaptador de puntas redondas, porque los contactos de luz no son iguales a los usamos en México.

Ya estando en Madrid quise conectar la laptop con el convertidor, pero no me funcionó. No sabía por qué motivo. Hice varios intentos hasta que, estando en la habitación del hostal donde pasé la primera noche, oí llegar a otro huésped ya muy tarde, que le comentaba al dependiente (por cierto originario de Filipinas y hablaba poco español) que venía de trabajar en un teatro porque él es técnico de una compañía de ópera. Ni tarda ni perezosa salté de la cama enfundada en una nada presentable bata de dormir y saludé al cuate en cuestión. Se llamaba Walter. Le pregunté si hablaba inglés, pero dijo que no, puro italiano, entonces a señas le expliqué mi dificultad técnica y le pedí ayuda. A eso me refería cuando hablé de que aquí hay que entender, hacerse entender y entenderse para sobrevivir. Walter revisó los cargadores de mi computador y de mi teléfono celular y me aclaró algo que yo ya sospechaba, pero por cerrarme en la única posibilidad que era de hacerlos funcionar con el mentado convertidor (que para eso anduve buscándolo), pero nada, resultó que estos aparatos nuevos ya son fabricados bajo los principios de la globalización, es decir que ya se elaboran con condiciones que les permitan ser usados en cualquier país, así que lo único necesario era el adaptador y no el convertidor. Finalmente gracias a Walter pude resolver esa dificultad pero además aprendí unas cuantas palabras en italiano, que le intercambié por otras de español y al acabamos charlando un rato, lo suficiente para enterarme de que él sí era técnico, pero “del sono” o de sonido, en italiano, y que no está muy involucrado con la electrónica. Eso fue una de las cosas más divertidas que pasé en Madrid.

Estoy ya llegando a Oviedo, Asturias, donde será el Encuentro de la Red Internaciona de Periodistas y con seguridad también se pondrá muy entretenido. Las condiciones serán austeras, como hasta ahora. Hace unas semanas nos avisaron por correo electrónico que nos hospedaremos en institutos de asistencia, habitaciones compartidas sin televisor, con baños exteriores separados en una sección para duchas y otro para sanitarios, solo habrá desayunos continentales, esos que únicamente incluyen café, pan y fruta. Las aulas de trabajo no tendrán internet, no nos darán transporte y serán cuatro días de labores intensivas en el establecimiento de la nueva coordinación general y de los acuerdos que entre tantas integrantes del sexo femenino, en algún momento tendrán que hacerse.

lunes, 19 de noviembre de 2007

En el tren, camino a Oviedo

Son casi las 10 de la mañana aquí en España, pero en México apenas son las cuatro A.M. Aunque yo ya tengo tres días aquí en el Viejo Continente, no me he repuesto al cambio de horario y creo que tampoco del cansancio. Estando en Madrid caminé mucho, en parte porque la ciudad es grande pero también porque, no me perdía, sino que me desorientaba. Yo pensaba que iba a salir por una calle hacia algún lugar y resultaba que no, entonces debía regresar y en la mayoría de las ocasiones me pasaba igual… No obstante terminaba por hallar mi camino. Estuve sola los primeros días del viaje en la capital española, por eso creí que había sido cansado y cargado hacer recorridos, que en la mayoría de los casos no fueron con fines turísticos sino, de trabajo. Lo que pasa es que yo me comprometí a enviar trabajos para El Mañana, el diario donde escribo, de las historias que fuera recogiendo en mi viaje, como lo estoy haciendo, pero tomando en cuenta que estoy aquí con gastos muy limitados, no me he podido hospedar en hoteles con servicio de internet. De hecho, la primera noche me quedé en el hostal Alicante, que está en la calle Del Arenal, a unos metros de la Puerta del Sol pero sin nada que envidiarle y allí, al pie de mi balcón se colocaban a veces conjuntos de jazz o de música internacional, “performans” (actuaciones de teatro experimental) y hasta un tianguis de libros. Pero volviendo al punto de la austeridad, decía que yo tenía que salir a buscar cibercafés para mandar las notas por correo electrónico a mi querido periódico y el solo hecho de hacerlo me tomaba hasta varias horas, por la desorientación, porque anduve yéndome por lugares errados, aunque al final creo que no lo fueron porque pude conocer mejor Madrid.

El hostal donde me quedé cobra 33 euros por noche en habitación individual, con baño exterior, sin internet, sin desayuno y sin cable en el televisor, pero el hotel más barato que encontré en esa zona cobraba 60 euros por noche con todas las comodidades y hasta desayuno. Haciendo cuentas me fijé que como sea, el que yo utilicé me vino a costar más de 500 pesos porque el euro está casi 1.60 dólares, entonces el hotel cobra cerca de mil pesos mexicanos, un lujo lo que no estoy en condiciones de darme, menos aún porque inesperadamente tuve que comprar una maleta nueva. Lo que pasa es que por mis prisas y desorganización no me ocupé de ese detalle antes de partir. Mi compañera Lupita Guzmán de Promorey muy amable me prestó la suya, pero creo que reunía las condiciones de resistencia que nos puso la “Europrueba”. Tenía las ruedas muy pequeñas, así que prácticamente yo tenía que irla cargando y con tantas distancias ya me ardían las manos. A decir verdad creo que a la valija le fue peor, porque yo no me di cuenta que ya se había roto por debajo, hasta que, después de mucho buscar encontré una tienda de remates donde estaba una con descuento de 70 a solo 37 euros, que sí salió cara pero han de ver qué señora maleta y además me resolvió la urgencia. Cuando cambié el equipaje de una a otra observé que lo que con mucha pena le tengo que confesar a su dueña. Lupis: para tu beliz esta ha sido una prueba no superada.

Esta noche hice caso al consejo que me dio mi querida Karla Treviño de Matamoros que anduvo por acá hace tiempo y es viajar de noche en tren, porque así se ahorra el hospedaje, se duerme (con incomodidad pero ¿qué esperar por 44 euros sentado o 68 tumbado, como acá dicen?) y se aprovecha el tiempo para los paseos en el día. Estoy camino a Oviedo, Asturias, donde será el Encuentro de la Red Internacional de Mujeres Periodistas a partir de mañana. Este ferrocarril salió a las 10 y media de la noche y llegará a su destino a las siete A.M. Allá ya no estaré sola, me reuniré con las compañeras que vienen de de Tamaulipas y de otros Estados de México. La Red Europea nos dará el hospedaje y la alimentación durante los cuatro días de trabajo y mi expectativa es que todo eso me haga sentir más arropada, ya que sí, extraño mucho a mis hijos, a mi pueblo y a mi gente.

Por cierto, amigos míos, no se hagan huajes y escríbanme y esos que esperaban leer la versión sin censura de la Bitácora de viaje sepan que se trataba de un gancho solo para traerlos hasta aquí y ver quien es el primero en dejar un comentario.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Madrid es La Gran Puerta del Sol

14.11.07

Estoy en Madrid y honestamente es algo grandioso, no solo por la belleza que me rodea y me llena de inspiración para escribir, sino porque me ha dado la oportunidad de confirmar que mi trabajo, el periodismo es universal, como deberíamos ser todos los seres humanos.

Este ejercicio que se ha denominado “Europrueba” se trata de eso: romper la barrera de la distancia.

He venido a este país a trabajar porque toda la gente tiene historias ricas que contar, mucho más trascendentales de las que se escriben a diario con declaraciones oficiales, de cosas que en ocasiones son tan reiterativas que dejan de ser interesantes.

Después de un trayecto largo, cansado y hasta un poco adverso, llegué a esta tierra donde hay gente de todas las nacionalidades, lo que le obliga a uno a volverse perceptivo y aprender a entender, a hacerse entender y a entenderse para poder subsistir.

Debo aclarar que los gastos de este viaje están siendo patrocinados por muy nobles empresas, instituciones y amigos, por lo cual trato de economizar al máximo, entonces, en lugar de llegar a un hotel en un taxi, salí a buscar el metro para instalarme en un hostal, que es un servicio mucho más barato. Me dijeron que en Sol, que es como el centro de la ciudad, hay decenas de estos y aquí estoy, no pude hacer mejor elección, en uno muy cerca de lugares bastante representativos, verbigracia la Plaza Mayor y obviamente, la Puerta del Sol.

Sí se me dificultó entender el funcionamiento de las líneas del metro, porque nunca lo había usado. Noté que debía caminar demasiado para lo que yo acostumbro, subir y bajar largas escaleras, y tener que cargar con mi computadora portátil, mi bolso de mano y la maleta, me dolía la espalda y me sentí desesperada. Estaba agotada por todas las horas de vuelo, además el cambio de horario a nadie le sienta bien, para mí en ese momento eran las dos de la mañana. Sabía que no podía rendirme y buscar un taxi porque entonces echaría a perder mi programa de austeridad, así que lo confieso, me arrepentí de aspirar a cometer esta locura, me reclamé la hora en que se me ocurrió y quise echar atrás, volver al aeropuerto a pedir un vuelo a México. Creo que la misma impaciencia me ayudo a desarrollar la habilidad para orientarme, fui pidiendo información que, además la hay por todas partes, así que comprendí todo más fácilmente y al salir del tren subterráneo, vi el sol en las calles iluminando los edificios que son preciosos y me sentí muy bien. Entendí por qué esta zona se llama así y a pesar del cansancio tenía ganas de seguir caminando y viéndolos.

¡Estoy en Madrid!

14.11.07

Fantástico, esto lo es. Todo lo que en algún momento sufrí para llegar aquí valió la pena.

Llegué a España a las… bueno una hora en que Matamoros tenía las dos de la mañana.

El último enlace entre Newark y Madrid fue, desde luego, el más largo y pesado pero en una situación mucho más cómoda. El avión era enorme. Yo de nuevo “sufrí” por pagar boleto de última hora en clase turista y es que no tuve ventanilla, lo que sirve para reclinarse y abandonarse al placer de Morfeo, entonces me tocó la fila de en medio, con el supuesto de que ahí tres pasajeros irían igual de amolados que yo, pero como no hay nadie tan desgraciado para empatarme, resultó que yo iba sola en esa fila y me quedé con los otros dos lugares disponibles y todos los que me conoce saben que eso era más que suficiente para extender los pies y caber de cuerpo entero en ese espacio. Después de todo ningún otro pasajero tuvo ese privilegio.

Hubo una demora de 60 minutos para que saliera ese vuelo, en el que antes de abordar conocí a Arturo de León, quien venía desde Guatemala a visitar a sus hijas en Islas Canarias. El me dijo que la ventaja era que este avión ya iba a tener un centro de entretenimiento personalizado y sí, era cierto, una pantalla con control remoto para elegir lo que yo quisiera ver, aunque yo preferí pasar las seis o siete horas de trayecto en que no había nada más que el Océano Atlántico alrededor, en un ejercicio de autointrospección. No lo conseguí porque sí, acabé durmiendo o por lo menos dormitando a ratos y cada vez que despertaba me servían un bocadillo. Por cierto, conocí a u sobrecargo muy simpático que me hizo feliz el trayecto. Es que cuando pasaron con una de las comidas sus compañeras no me sirvieron pan, creo que se confundieron con algo que dije en inglés, que seguramente estuvo mal pronunciado. Total, regresó y me pregunta en español si necesitaba algo, ya que su compañera le pidió atenderme, entonces le dije que no, que todo estaba bien pero recordé lo del pan y le dije “ah, solo que no me dejaron pan” y me contesta en broma con su tropical acento puertorriqueño “eh que pa’tí no hay”. Claro, lancé una carcajada que nadie pasó desapercibida y en un rato más regresó con el bizcochito.

Antes de tomar ese vuelo conocí también a Rosario “Charito” Sanmartín, una ecuatoriana que ahora radica en Newark, New Yersey pero antes vivió en España, donde fue dama de compañía de María Dolores Pradera, una de mis cantantes favoritas. Ella volvía de sus vacaciones y aproveché para hacerle una entrevista que ya se estará viendo publicada próximamente.

Martes: no te cases ni te embarques y menos si es 13…

13.11.07

Si yo hiciera caso a la superstición no estaría camino a Madrid.

Apenas ayer me enteré que debía contar con un permiso migratorio para internarme más allá del límite fronterizo de Estados Unidos, ya que voy a salir de Brownsville hacia Houston, de ahí a Newark y después a Madrid. Entonces me preparé para llegar a las siete de la mañana a la oficina donde tenía que pedirlo, estimando hasta dos horas para hacer eso y estar a tiempo en el aeropuerto, pues el vuelo salía a las 10.25 A.M.

El primer agente que me atendió sí se puso intransigente, dijo que ya iba a terminar su turno y que había mucha gente delante de mí, así que me dijo que mejor me fuera a la otra oficina (que está en el Puente Viejo) pero al cruzar por donde se revisa la visa láser, su compañero me dijo que no era necesario, así que me envió de regreso a esperar el siguiente turno y fui la primera en ser atenida. Me entregaron el permiso de inmediato.

Como advertí, ayer no tuve ni un minuto para dejar aquí una nota y tuve que robarle algunos a otras cosas para irme bien, pero como lo había pronosticado, se resolvió lo más apremiante, que era conseguirle baterías a mi cámara, el convertidor de voltaje y el adaptador.

Por falta de tiempo y organización no pude poner demasiadas cosas en la maleta, se me olvidó poner sandalias, solo llevo un par de tenis, nada de ropa formal, un par de jeans y eso sí, varias chamarras. El jabón, shampoo, pasta dental y todo lo que sea líquido, no sabía yo, pero debía empacarse en bolsas de zíper, yo preferí traerlos en la maleta grande (que no está muy grande), para no me la hicieran de tos ya que eso se va documentado hasta mi “destino final”, esa frase que he escuchado repetir en este día varias veces y que suena como algo trágico, fatal y no obstante, está muy lejos de ser así.

Un error grave que cometí fue haber empacado también el cargador de la laptop en la maleta y no traerlo conmigo a la mano, así que tengo poca batería para ir oyendo música o escribiendo a bordo del avión. En el aeropuerto de Houston tuve tres horas libres, pero tampoco podía aprovecharlas para adelantar mi trabajo, así que di un paseo y literalmente me perdí en su inmensidad, hasta tuve que pasar por revisión dos veces.

De las vicisitudes que he atravesado hasta el momento, solo está un terrible dolor de oídos que me da cada ascenso y descenso, pero ya en las alturas no tengo problema.

El primer avión que iba de Brownsville a Houston estaba diminuto y por haber comprado el boleto a última hora me tocó el peor de los lugares. El último asiento de atrás, justo al lado del baño cuya puerta no cerraba bien, se iba azotando y cada golpe sonaba como un cohete tronador muy cerca de mí. Por fortuna, ese trayecto solo era de una hora y 20 minutos.

Ahí por casualidad me hallé al empresario Rolando González Barrón, quien también iba a Houston a una conexión para Filipinas o alguno de esos países asiáticos donde tiene sus industrias. Lo saludé muy brevemente antes de ir a mi lugar, ya que él sí iba en un asiento bien ubicado en la segunda fila.

La historia cambia hoy

11 de noviembre 2007

Llegó el día cero. Esta era una fecha esperada por miles de personas en mi Leal, Invicta y Heroica ciudad. Tristemente no es el inicio de mi viaje a lo que me refiero, sino a la elección de un nuevo presidente del Municipio. Para mi también era ansiada porque la establecí solo como uno más de los pequeños retos de la vida cotidiana y es que, aunque fuimos decenas de periodistas quienes cubrimos el proceso, ninguno aparte de mí tenía que hacer su equipaje para irse a más de seis mil kilómetros e distancia. Creo que pude haber programado mi salida varios días antes del 11 de noviembre, para aprovechar el tiempo y conocer lugares previamente al Encuentro de la Red en Oviedo, pero quise quedarme a trabajar en esto, con todo lo cansado que resultara, que lo fue… y no es que me guste complicarme la vida, solo que me gusta mi trabajo y aunque fuera un dificultad, la tomé.

Sí, es cierto que es agotador ir aquí y allá buscando noticias entre las casillas, algún contratiempo, algún mapache o de menos un borracho causando disturbios, pero a esos me los vine encontrando ahí en un domicilio particular, pasándose la ley seca por el Arco del Triunfo, pues consiguieron el seis de cervezas a 100 pesos y con cero intenciones de salir a votar.

Finalmente, sucedió. Cumplí con la jornada extraordinaria y solo me quedan unas horas para empacar, dejar resueltos mis pendientes, pagos y con un poco de suerte, descansar.

Mañana será un día muerto aquí en el blog, pero ya tendré tiempo entre las escalas de cada avión para escribir el martes.

Ya saqué boleto.

09.11.07 11:56P.M.

Qué ironía pensar que cada vez estoy más cerca de estar muy lejos.

Es que hoy, por fin después de tanta incertidumbre vi algo tangible (lo primero y hasta el momento lo único) de todo lo que necesito para irme. Sí, el boleto de avión.

Supuse que iba a estarme topando con detalles que me complicaran un poco la existencia, como el hecho de que en España no hay corriente de 110 voltios, solo de 220 y además las puntas de los enchufes debe ser redondas para que entren en los contactos de luz. Para poder usar mi computadora, el cargador de baterías y otros aparatos que deba llevar conmigo ocuparé un convertidor de voltaje que aún no tengo. También me faltan unas pilas que usa mi cámara, que no son recargables pero duran semanas (aunque considerando el uso que pienso darle allá, me aguantarán unos días, a diferencia de las recargables que apenas me aguantarían unas horas…) y me ahorrarían mucho la lata de estar interrumpiendo mi trabajo.

Estoy segura de que eso se resolverá de algún modo.

El pasaje fue más caro de lo que yo tenía contemplado porque lo compré con muy poca anticipación, entonces iré muy limitada para gastos y no está mal, eso activará mi instinto de supervivencia. ¿De qué otro modo se puede conocer mejor un país nuevo si no es con los cinco sentidos abiertos al máximo?

Ahora lo que me sorprende es mi óptica de Matamoros, a solo unas horas de dejarlo. Es como si me hubieran puesto un filtro en los ojos, como los que se usan en las cámaras de cine para que todo se vea más bonito. Me siento como turista en mi cuidad (eso es lo que causa no viajar con frecuencia, pero no lo lamento porque me recuerda tener capacidad de asombro).

Estuve leyendo el blog y me di cuenta que se hicieron evidentes los estragos de las desveladas y el exceso de cansancio, que me faltaban letras y tenía errores de dedo en algunos textos, los de ortografía pues, que no les asusten, ni siquiera soy tan buena para las letras como muchos amigos que me estiman me honran en de decir (y digo que me estiman, porque los que me quieren sí me dicen la verdad, señalan mis erratas y se los agradezco porque así puedo salir de ellas), a menos que sea porque saben menos que yo, lo que no creo porque eso sí, yo me junto con gente bien ilustrada, como el pequeño Larousse.

Por otro lado, mañana me espera la coronación de esta serie de días intensos, en los que sigo sin tener tiempo a veces ni para un café. Hablo del proceso electoral. Me tocará entrar desde las seis y media de la mañana, así que ni moño, Toño… no será nada de lo que no pueda salir triunfante.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Todo se alinea

07.11.07 11:57P.M.
La gente por lo común saluda y pregunta ¿cómo estás? Eso me parece un poco absurdo porque se cree que es una demostración de buena educación, aunque ellos no estén realmente interesados en saberlo. De todos modos, estos últimos días cuando me preguntan eso respondo la verdad: “cansada y feliz”.

Y es que estos últimos días han sido muy ajetreados, pero también emocionantes, porque las cosas se han ido resolviendo para mi llegada a España.

Para enriquecer toda esta experiencia, el trabajo aquí en Matamoros también se intensifica a medida que se aproxima la fecha de las elecciones locales. Es muy excitante cubrir los procesos, creo que son el tipo de momentos que le dan a los reporteros la auténtica vena periodística, que en gran parte implica sacrificar la comodidad, el salir de su círculo de fuentes y estar al alba, por si se suscitan incidentes.

Afortunadamente ya terminaron las campañas políticas y, este es el momento de empezar con la mía. Estaré recorriendo medios de comunicación para promover este blog, que la gente lo conozca y que lo lea. Ya tengo programadas muchas actividades y voy a ver que tal me pinta mañana, para ver si puedo comer y no me pasa como hoy, que acabé desayunando a las 8 de la noche.

Autopresentación.

06.11.07 8:25 A.M.
Habitualmente doy pocas explicaciones pero en este caso, sí son necesarias.

En el espíritu de que esto sea un ejercicio personal pero que a la vez pueda ser comprendido por los lectores, primero debo referir que mi nombre es Blanca Isela Martínez Mendoza, soy reportera de noticias para el diario matutino El Mañana y en últimas fechas colaboro para Noticias Grupo Radio Avanzado. También soy miembro de la Red de Mujeres Periodistas de Matamoros, editora del portal informativo de esa agrupación www.mujeresnoticia.com, miembro de la Red de Mujeres Periodistas de Tamaulipas y corresponsal de su agencia informativa www.redtamaulipas.org.

Estas dos organizaciones forman parte de la Red Nacional que es coordinada por la Agencia Multimedia www.cimacnoticias.com y su labor es visibilizar al sector femenino dentro de los medios de comunicación, porque está probada la inequidad que tiene con el de los hombres. Aclaro que no soy feminista y que en muchas cosas difiero con quienes lo son, pero también tenemos coincidencias, las explotamos, las aprovechamos y trabajamos con los mismos fines, que en este caso son el ejercicio del periodismo con responsabilidad social, que promueva los valores universales y dignifique la condición humana.

En el aspecto personal diré que soy madre de cuatro niños: Andrés de 11 años, América de 10, Angelle de 10 (ellas son gemelas) y Juliet de tres. Felizmente divorciada, vivo con ellos como ufana responsable de la familia que integramos. Está de más expresar que los amo más que a nada, que son el eje de mi existencia y que por ellos no me canso de hacer esfuerzos por mi desarrollo profesional. De hecho, la razón fundamental por la que este proyecto se llama “Europrueba” es que será un reto de resistencia contra la distancia y el tiempo en que no estaremos cerca.

Una aclaración bastante necesaria es hacer saber que los menores (así les llamo en colectivo) se quedarán a cargo de su papá mientras yo viaje, que aunque sea su obligación vale el reconocimiento.

Finalmente quiero decir que esta bitácora de viaje mostrará una parte importante de lo que vaya sucediendo en el trayecto, pues otro aspecto relevante de mi prueba será hacer investigación periodística, buscar información en cada lugar a donde llegue y escribirla. Las bendiciones de la tecnología ya permiten una comunicación tan rápida con el planeta entero, que incluso un océano de lejanía es incapaz de impedir que suceda.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Primera llamada.

03 nov. 07 6:06 P.M.

Transformar una hoja blanca en una historia, se antoja simple y es posible que lo sea. Todo depende de la habilidad con que uno asuma el reto de explotar sus capacidades, esas que tiene la mayoría de los seres humanos y que algunos agraciados hasta disfrutan.

Hoy he tomado decisiones terminantes. Crear este blog es solo una de ellas, así que intentaré explicar uno o varios de los motivos.

Soy un ser humano y tomaré la oportunidad de disfrutar una auto búsqueda. El objetivo, tal ves lo encuentre durante esa labor. Tengo cosas a mi favor y una es que soy periodista, que mi trabajo es comunicar, exponer, expresar y que esto es hacia tanta gente que a veces ni siquiera sé quién es, pero me queda claro que todos son espejos capaces de hacer reconocerse a quien se asoma en ellos.

Otra importante razón es que tengo ante mí uno de los retos más grandes que he tenido en lo que va de mi vida: llegar a España. Esto para asistir al Encuentro de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Ggénero, que si bien, podría considerarse el “plato fuerte” de mi viaje, en realidad solo es una parte de la aventura que ya comenzó, aún estando en casa.

Quedan solo unos días para que yo tenga que tomar el avión, alejarme miles de kilómetros de mi confortable espacio cotidiano y con eso me refiero a dejar lo que uno cree tener la certeza de conocer, a ese lugar donde se pasan las horas y los días sintiéndose dueño, por lo menos, de la idea de estar seguro. Ese lugar al que se le llama hogar.

Ir a España puede no ser tan difícil como parece que doy a entender, aunque en mi caso sí lo es, porque en este justo momento no tengo el boleto, ni el dinero para comprarlo, como tampoco el tiempo suficiente para resolverlo. No creí que las cosas fueran a darse así, pero finalmente superar todo eso se ha convertido en la primera parte de la prueba. Y ahora tendré que hacerlo porque ya empecé el blog, ya quedó escrito, entonces como le deje a alguien en una ocasión: esto es como dar el salto en paracaídas, ya no hay modo de regresar atrás, tendré que completarlo.

Asumí el compromiso de asistir al Encuentro ante mis compañeras de la Red de Mujeres Periodistas de Matamoros, ante un montón de amigos y ante mi familia, todos en igual grado de importancia, así que no los puedo defraudar, ni traicionar la convicción que me ha mantenido por 13 años firme en el oficio de la prensa, que dicho sea de paso, tiene sus sostenidos y sus bemoles.

Aún con todo eso, estaré tomando algunos minutos de cada día que me resta para cumplir mi meta, solo para dar pinceladas en este lienzo hasta que tome figura, e insisto, no me detendré.