La misión terminó exitosamente, pero me quedaron muchas historias en el tintero. Ahora, este blog mostrará poco a poco algunas de ellas y ampliará los detalles de las ya publicadas.
martes, 28 de octubre de 2008
Asedio hindú
sábado, 24 de mayo de 2008
Los 10 discos que quisiera tener en una isla desierta
Dejando a un lado lo absurdo y lo improbable de la situación, creo
Recordé que el “MTV Unplugged” de Nirvana es uno de mis favoritos, completo, de principio a fin y por cada uno de sus tracks. Luego, “Ser de Agua” de Presuntos Implicados. De Santa Sabina estaba entre “Símbolos” y “Babel”. Llegué hasta el homónimo de Efecto Mariposa y casi empezaba a pensar en alguno de Joaquín Sabina cuando… Concluí que no tenía necesidad de comerme el coco por eso, si al fin, el MP3 nos ha resuelto los dilemas, además yo llevaría toda mi música en el portátil y, en el remoto caso de que hubiera electricidad para un tocadiscos en la hipotética isla, entonces podría aventurarme a imaginar que también habría internet, Lime Wire y Youtube.
Lo único cierto era que yo tenía claro que todo iba a salir bien, que mi avión no iba a caerse y que yo llegaría, como lo hice, en una pieza.
viernes, 29 de febrero de 2008
Momentos Polaroid
Hoy solo escribiré lamentos por no haber llevado conmigo un buen fotógrafo a la querida Madre Patria. Creo que esta fotografía, a la que he titulado “El jinete sin cabeza”, da una clara muestra de las consecuencias de ese desatino y también, de las pequeñas dificultades que pasé para pedirle a unos alemanes que me retrataran con lo que en realidad es la estatua ecuestre del rey Felipe III, en el corazón de la Plaza Mayor de Madrid.
sábado, 26 de enero de 2008
Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido…
“Desde el balcón la vi perderse en el trajín de la Gran Vía”, esa frase me dio la certeza que Joaquín Sabina escribió “Donde habita el olvido” allí mismo, en el dormitorio que yo ocupé en la pensión Aliste, esa que está en Caballero de Gracia y casi esquina con la calle La Montera, a la vuelta de la Gran Vía, que sí se veía desde el balcón. En La Montera, como relaté anteriormente, hay de to-do, tanto que las mujerzuelas son lo más decente y no me extrañaría que una de ellas hubiera sido la que llegó con ojeras malva y barro en el tacón, como cuenta la historia.
Allí pasé unos días algo grises, dentro y fuera de la habitación. Había vuelto del Encuentro de Periodistas en Asturias y, aparte del cansancio, había mal clima y mi naturaleza femenina me hacía reproches, todo junto. Y aún me pregunto ¿o habrá sido la vibra obsesivo depresiva y masoquista que dejó Sabina en ese espacio, la que me poseyó?
En esta foto que me hice en uno de esos ratos de lucidez, puede verse (además del enorme barro que apareció en mi mentón) el Mc Donald's de Gran Vía, el mismo que está a mis espaldas, en la otra imagen.