“Desde el balcón la vi perderse en el trajín de la Gran Vía”, esa frase me dio la certeza que Joaquín Sabina escribió “Donde habita el olvido” allí mismo, en el dormitorio que yo ocupé en la pensión Aliste, esa que está en Caballero de Gracia y casi esquina con la calle La Montera, a la vuelta de la Gran Vía, que sí se veía desde el balcón. En La Montera, como relaté anteriormente, hay de to-do, tanto que las mujerzuelas son lo más decente y no me extrañaría que una de ellas hubiera sido la que llegó con ojeras malva y barro en el tacón, como cuenta la historia.
Allí pasé unos días algo grises, dentro y fuera de la habitación. Había vuelto del Encuentro de Periodistas en Asturias y, aparte del cansancio, había mal clima y mi naturaleza femenina me hacía reproches, todo junto. Y aún me pregunto ¿o habrá sido la vibra obsesivo depresiva y masoquista que dejó Sabina en ese espacio, la que me poseyó?
En esta foto que me hice en uno de esos ratos de lucidez, puede verse (además del enorme barro que apareció en mi mentón) el Mc Donald's de Gran Vía, el mismo que está a mis espaldas, en la otra imagen.